¿Notas ese olor? Es el olor del papel quemándose, las palabras perdiéndose entre las cenizas, convirtiéndose en parte de ellas, consumiéndose como si no fueran nada, solo hojas que nadie quiere, palabras que no tienen ningún significado. Como si su destino fuera acabar allí. Y ya no queda nada, solo el olor a quemado, y varios montones de ceniza. Pero, ¿lo ves? Un trozo de papel, enterrado entre los restos de polvo. Está roto. Las manchas negras ya no son manchas, son trazos, curvas, líneas entrelazadas, letras unidas entre si, espacios, comas, palabras. Y una frase. Una frase que ha sobrevivido a aquel caos, tal vez su destino no era acabar hecha cenizas. La letra es irregular, pero clara, como si alguien la hubiera escrito sin pensar, sin necesidad de formar antes las frases en su mente, escribiendo sobre la marcha. Palabras escritas desde el alma. Un 'no me olvides' que acaba siendo una parte más de los recuerdos que alguien ha olvidado. Y solo queda el olor a quemado.
17 agosto 2013
La chica del espejo roto.
Ella era fuerte, pero no tenía ganas. Valiente, pero sin nada por lo que luchar. Ella pedía a gritos que la salvaran y ellos tapaban los gritos con sus risas. Todos a lo que por un tiempo llamó amigos, incluso familia, le dieron la espalda. Estaba sola, sola, con ella misma, y eso la hacia más daño todavía. Cuando lo único que la quedaba la mataba aun más que todos esos mierdas, cuando quedarse a solas con sus pensamientos era peor que las palabras de cualquiera. Mirándose al espejo, llorando y odiando cada detalle, cada sombra. Murmurando, gritando, sola. Las palabras se le clavaban como dagas. Deseando que aquella persona que la miraba con los ojos rojos, llenos de ira desapareciera. Pero seguía ahí, parecía que se reía de ella, de su impotencia, de la rabia. Más gritos y el ruido del cristal rompiéndose en pedazos, todas sus imperfecciones divididas en pequeños trozos chocando contra el suelo. Rota, la chica del espejo estaba rota.
03 agosto 2013
La chica fría.
Al final el que más te sonríe es el que te la lía. El que te prometío que estaría para todo se rie mientras tú lloras. Y acabas dándote cuenta de que la gente siempre te va a defraudar. Es así, ¿sabes? Te acaba jodiendo quien menos te lo esperas, y tú a pesar de todo sigues confiando, y pegándote una hostia tras otra. Te aferras al 'él es diferente' y de nuevo te la pegas tía. Y así hasta que terminas mirando a todo el mundo como si fueran a darte la puñalada en cualquier momento. Te conviertes en la chica fria, la borde, la que a saber que esconde. Y lo que no entienden es que no, que lo que haces es esconderte de ellos. Después de tantos palos como no vas a hacerlo. Y es que tía, trátales como ellos lo hacen contigo, y luego si quieren que te llamen hija de puta, y que tengan razón.
01 agosto 2013
A veces es demasiado tarde.
«Hola nena,
te preguntarás el por qué de esta carta, yo, que nunca he sido de palabras, supongo que porque siempre se me ha dado mal expresar lo que siento. Quizá por eso mismo yo esté escribiendo esto, y tú leyéndolo desde... Ni siquiera se donde estás. Pero ojalá fuera aquí, conmigo, como antes. Te echo de menos ¿sabes? Es tarde para decirlo, igual que es tarde para decir que te quiero, siempre lo he hecho. Nunca te lo he dicho, porque no había sido tan consciente como hasta ahora. Pero es demasiado tarde. Y ojalá pudiera volver atrás, ojalá pudiera compensar todas esas veces que pensé lo preciosa que estabas y no te lo dije. Tú te cabreabas y estabas tan irresistible, y yo solo discutía. Pero nunca te dije lo guapa que te ponías cuando te enfadabas. Ni lo bien que te quedaban esos vestidos, que ahora me doy cuenta de que te ponías solo para mi. Nada de eso fue suficiente. Y ojalá no hubiera sido tan gilipollas, y me hubiera dado cuenta antes. Pero no te escribo para hablarte de los errores que ya sabes que he cometido, se que hice las cosas mal. Porque tú te mereces a alguien que te diga cada día lo feliz que es por tenerte. Y yo nunca he sido así, probablemente ni siquiera llegue a serlo. Pero ahora solo me queda desearte que seas feliz con él, y se que lo eres. Hace días que no te veo, pero la última vez sonreías de una forma que me hizo ver que estabas mejor así, con alguien que sabe como quererte. Y pedirte perdón por todas esas veces que te he hecho llorar. Y leerás esto y seguirás pensando que he sido un cabrón, que soy un cabrón. Y tienes razón ¿sabes? Pero un cabrón que te va a querer siempre, nena, no lo olvides.»